Entonces, la lancha inicia su recorrido mar adentro, con el turista sujeto al paracaídas con un arnés. Este corre con el paracaídas en la playa por unos instantes, hasta el momento en que el turista despega los pies del suelo, el paracaídas se eleva hasta el cielo y la persona junto con él.
Un joven turista se encontraba en las playas de Cancún y era la primera vez que subiría en un paracaídas jalado por una lancha. Si conoces la playa, sabes que los lancheros prestan ese servicio, que consiste en que un paracaídas es amarrado por una cuerda a una lancha.
Entonces, la lancha inicia su recorrido mar adentro, con el turista sujeto al paracaídas con un arnés. Este corre con el paracaídas en la playa por unos instantes, hasta el momento en que el turista despega los pies del suelo, el paracaídas se eleva hasta el cielo y la persona junto con él.
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1. Los caminos del hombre llevan a un fin sin esperanza… los de Dios, a una esperanza sin fin.
2. El mucho arrodillarnos nos mantendrá en buena condición. 3. Quien se arrodilla delante de Dios puede estar de pie frente a todos. 4. ¡Ejercitémonos diariamente! Caminemos con el Señor. Mientras estaba sentado en una banca en la parada de buses, intentando determinar dónde iba a ir, escuché a un hombre preguntarle a la cajera por un boleto a ningún lado.
Pareciendo un poco confundido, al pasarme el hombre al lado, decidí detenerle y preguntarle: “Señor, no pretendo inmiscuirme pero… ¿le escuché pedirle a la cajera un boleto a ningún lado?” El hombre se volteó hacia mí y contestó: “Sí, y es allá que este boleto me llevará y, sin embargo, lo estoy pensando dos veces”. El cartero extendió el telegrama.
José Roberto, le agradeció, y mientras lo abría, una profunda arruga surco su frente. Una expresión de sorpresa más que de dolor. Palabras breves y precisas: – Tu padre falleció. Entierro 18 horas. Mamá. José Roberto continúo parado, mirando al vacío. Ninguna lágrima, ningún dolor. ¡Nada! Era como si hubiera muerto un extraño. ¿Por que no sentía nada por la muerte del viejo? Como un torbellino de pensamientos confusos, avisó a la esposa, tomó el micro y se fue, venciendo los silenciosos kilómetros de ruta mientras la cabeza giraba a mil. En su interior, no quería ir al funeral y, si estaba en camino era sólo para que la madre no estuviera más triste. Ella sabía que padre e hijo no se llevaban bien. Aún no llego a comprender cómo ocurrió, si fue real o un sueño. Solo recuerdo que ya era tarde y estabá en mi sofá preferido con un buen libro en la mano. El cansancio me fue venciendo y empecé a cabecear…
En algún lugar entre la semi-inconsciencia y los sueños, me encontré en aquel inmenso salón, no tenía nada en especial salvo una pared llena de tarjeteros, como los que tienen las grandes bibliotecas. Los ficheros iban del suelo al techo y parecía interminable en ambas direcciones. Tenían diferentes rótulos. Al acercarme, me llamó la atención un cajón titulado: “Muchachas que me han gustado”. Lo abrí descuidadamente y empecé a pasar las fichas. Tuve que detenerme por el impresión, había reconocido el nombre de cada una de ellas: ¡se trataba de las muchachas que a MÍ me habían gustado! Un día una amiga decidió visitarme, era la primera vez que iría y al parecer no había copiado bien la dirección de mi casa, así que estuvo más de una hora perdida, entre calles, veredas, subía cuestas, las bajaba, hasta que al fin llegó.
Muy extenuada, por su intenso esfuerzo por llegar, solo dijo algo al verme, “tengo sed, necesito agua”. Le serví un vaso de agua y ella lo tomó con tanta pasión, deseo, se deleitó en ese vaso de agua, era como si ese vaso era lo más importante para su vida en ese momento. Recuerdo que yo estaba muy tranquila en casa sentada leyendo un libro esperando la llegada de mi amiga y no tenía sed, y menos deseo de tomar agua, pero sucedió que al verla a ella, de repente tuve tanta sed y me provocó tomar agua; al final ambas nos tomamos 3 vasos de agua. Hoy termina un día más. Posiblemente en tu vida pasaron muchas personas que hicieron algunos detalles por ti y que en el momento no valoraste. Ahora tienes el momento para reflexionarlo y agradecerlo con la siguiente historia:
Charles Plumb, era piloto de un bombardero en la guerra de Vietnam. Después de muchas misiones de combate, su avión fue derribado por un misil. Plumb se lanzó en paracaídas, fue capturado y pasó seis años en una prisión norvietnamita. A su regreso a Estados Unidos, daba conferencias relatando su odisea, y lo que aprendió en la prisión. Un día estaba en un restaurante y un hombre lo saludó: Le dijo “Hola, usted es Charles Plumb, era piloto en Vietnam y lo derribaron verdad?” “Y usted, ¿cómo sabe eso?”, le preguntó Plumb. "Tengo mil cosas que hacer, me tengo que apurar...", y mientras decía rápido una oración, salí de mi casa corriendo.
Durante el día no tuve tiempo de escuchar a los demás, no tuve tiempo de detenerme con quien me necesitaba... Demasiadas cosas que hacer, esta era mi queja constante. Y así, sin darme cuenta tuve tiempo de morir y cuando ante el Señor me presenté en sus manos un libro tenía, el libro de la Vida. Miró con tristeza en él y me dijo: "Tu nombre no puedo encontrar, alguna vez lo iba a escribir pero nunca tuve tiempo". Antes de acabar mi día acostumbro hacer una pequeña retroalimentación de las acciones que ocurrieron durante este. Lo empecé a hacer desde que leí la siguiente historia:
Tres personas iban caminando por el bosque. Uno era un sabio con fama de hacer milagros, otro un poderoso terrateniente del lugar y el tercero, que iba detrás de ellos escuchando la conversación, era un joven estudiante, alumno del sabio. El gran pintor italiano Rafael recibió el encargo del Papa Julio II de pintar una estancia del Vaticano bien famosa: la Stanza de Heliodoro. Hay entre los frescos uno dedicado a un milagro eucarístico muy conocido: "La Misa de Bolsena".
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April 2014
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